Inconsciente óptico . 2013/2019
Fotografías y videos
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Por primera vez, Lisa Giménez se involucra con el retrato. Mediante el título de esta nueva serie, Inconsciente óptico, la artista declara su fuente de referencia: Pequeña historia de la fotografía, escrito en 1931 por Walter Benjamin.
El párrafo disparador nos habla de un mundo perdido. Aquel de las primeras placas, donde era necesaria una larga exposición, donde el retrato requería de un tiempo. “El procedimiento mismo inducía a los modelos a vivir dentro del instante durante la larga duración de estas tomas (…) crecían, por así decirlo, dentro de la imagen”. ¿Cómo recuperar la profundidad, la solemnidad incluso de ese estar en la pose, sostener el aliento y los ojos abiertos, esperando el disparo, en este presente atravesado por la velocidad y la comunicación instantánea?
Luego de varios ensayos, Giménez dio con los límites de un dispositivo posible: “una sesión de veinte minutos, un disparo de ½ segundo, y el cuerpo que espera en penumbras, con pupilas dilatadas, el sonido indicador”. Y logró una serie de retratos que no se parece a ninguna otra porque captura, no un instante, sino la experiencia habitada de una relación.
A diferencia de los retratos del siglo XIX, donde las tipologías compositivas respondían a una clasificación a priori de los roles al interior de la familia burguesa, Lisa Giménez propone una pose que resume la singularidad de un vínculo. Y nada más: coloca a sus modelos en un escenario neutro.
Todo el resto (la verdadera literatura, dijo Verlaine, es eso que acontece más allá de las reglas) es lo que Benjamin llamó inconsciente óptico. A diferencia de los retratos pintados, que comienzan y terminan en la voluntad de un autor, la fotografía nos enfrenta a “algo nuevo y singular”. “La técnica más exacta puede conferir a sus productos un valor mágico que una imagen pintada ya nunca tendrá para nosotros. A pesar de toda la habilidad del fotógrafo y por muy calculada que este la actitud de su modelo el espectador se siente irresistiblemente forzado a buscar en tal fotografía la chispita minúscula de azar, de aquí y ahora, con la que la realidad ha chamuscado por así decir su carácter de imagen.”
Sentimos la presencia singular de cada cuerpo, la intensidad misteriosa de cada mirada. Al interior de un orden prefijado por la conciencia, se revela un acontecimiento cuya verdad –como el inconsciente de las pulsiones- resulta enigmática y nos reclama una escucha atenta, una interpretación.
Lic. Valeria González
Buenos Aires, Abril de 2014